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La dama de las camelias resumen por capítulos parte 1

Sobre el libro 


La dama de las camelias es un libro de romance que nos cuenta la historia entre Margarita Gautier y Armando Duval, estos jóvenes deben superar obstáculos impuestos por la sociedad de la época para lograr estar juntos. 


Sobre el autor 

 

Alejandro Dumas (hijo) nació en París en 1824 y murió en 1895, dramaturgo y novelista con géneros literarios como novela histórica y novela romántica, en 1847 publicó “Pecados de juventud” un libro de poemas, un año después publicó el libro “LDama DLas Camelias” su más grande éxito en su carrera como escritor al reflejar los problemas sociales de la época.  





Resumen por capítulos parte 1


Capítulo 1

El 12 del mes de marzo de 1847 leí en la calle Laffitte, un gran cartel amarillo sobre la venta de muebles y varios objetos. La razón de la venta era la defunción de su dueña. La venta se realizaría en la calle Antin, número 9, el día 16 al mediodía. El anuncio también decía que podían examinarse el aposento y los muebles los días 14 y 15. Así que el 14 fui de curioso y descubrí la identidad de la fallecida hablando con un celador, el fino aposento era perteneciente a Margarita Gautier.


Capítulo 2

La venta era para el 16.

Durante 25 días del mes eran las camelias blancas, y durante cinco eran rojas, no se ha sabido nunca la razón de esta variedad de colores. Nunca se ha visto a Margarita con otras flores, así pues, su florista la señora Barsell había acabado por apodarla la dama de las camelias.

Desde hacía cosa de tres años, a partir de un viaje a Bagnéres se decía que no vivía ella más que con un viejo duque extranjero, enormemente rico, y que había intentado apartarla de su vida pasada, en lo posible, para lo cual, se había dejado llevar de bastante buena gana ella. En la primavera de 1842 estaba Margarita tan débil que los médicos le prescribieron unas aguas y partió para Bagnéres.

Allí, entre los enfermos, se hallaba la hija de aquel duque, la cual no solo tenía la misma enfermedad, sino también el mismo rostro de Margarita, pero la joven duquesa estaba en el tercer grado de la tisis y sucumbió pocos días después de llegar Margarita.

Al duque se le antojo que veía pasar la sombra de su hija en Margarita, ella aceptó ser cuidada por el duque. Muchos amigos del duque le advirtieron la verdadera condición de la señorita Gautier, esto fue un duro golpe para el anciano, pero ella se había convertido en una necesidad del corazón para él. Ella le prometió cambiar de vida para recibir todas las comodidades de parte del duque.

Cuando llegó el verano, Margarita se encontraba mejor de salud y regreso a parís en donde le fue inevitable volver a la vida que llevaba antes. Se aclara que las intenciones del duque con ella siempre fueron muy castas y algo más le habría parecido a él algo incestuoso e indebido.

Al enterarse el duque de que Margarita había regresado a su vida de antes solo pudo estar separado de ella ocho días antes de buscarla otra vez.

Capítulo 3

El 16 fui a la calle de Antin, el piso estaba lleno de curiosos.

Durante la subasta oí vocear: <<un volumen perfectamente encuadernado, con cantos dorados y que se titula Manon Lescaut. Hay algo escrito en la primera página. Diez francos.>>

sentí curiosidad porque “había algo escrito” cuando la subasta llego a cien francos me fue adjudicado el libro.

En la primera página estaba escrito a mano y con letra elegante la dedicatoria “Manon a Margarita, Humildad”. Iba firmada por Armando Duval.

Capítulo 4

Terminada la venta, se produjo ciento cincuenta mil francos, después de pagar el dinero a los acreedores, el resto le fue dado a una hermana de Margarita, quien vivía en el campo y no había visto a su hermana en seis o siete años.

Yo estaba a punto de olvidar todo el asunto, cuando un nuevo incidente tan interesante, me revelo detalles de la vida de margarita que me dieron ganas de escribir esta historia y la escribo.

Armando Duval vino a visitarme, visiblemente afectado por la muerte de Margarita, me dio que quería comprar el libro que había adquirido yo en la subasta pasada, le dije que al ver su estado le regalaba el libro, y solo le pedía a cambio su amistad.

Dada nuestra nueva amistad, Armando me brindó un papel con aspecto de haberse releído muchas veces. Lo abrí y leí lo que decía: 

“Querido Armando, he recibido tu carta por lo cual veo que sigues siendo bueno y doy gracias a dios por eso. Si, amigo mío, estoy enferma y con una enfermedad grave. No te veré más porque estoy cerca de la muerte y centenares de leguas te separan de mí. Me preguntas si t perdono, de todo corazón, amigo, pues el daño que has querido causar no era sino una prueba del amor que sentías por mí. Hace un mes estoy en cama escribiendo un diario desde el día que nos separamos y hasta el día que no tenga fuerza para escribir. Si es real el interés que sientes por mí, ve a casa de Julia Duprat. Ella te entregará este diario. Allí encontraras la razón y la excusa de lo que ha pasado entre nosotros. Cuán bueno sería Dios si me permitiera verte antes de morir, adiós, amigo mío. Margarita Gautier.”

Capítulo 5

Transcurrió una larga temporada sin ver a Armando, así que me transporte a la calle de Antin tal vez el portero de margarita supiera en donde residía Armando, pero era un portero nuevo y él lo ignoraba. Así que me informe del cementerio en el que se había enterrado a la señorita Gautier, era el cementerio de Montmartre.

Allí encontré la caseta del conserje, y le pregunté si el 22 del mes de febrero se había enterrado a una mujer llamada Margarita Gautier. después de buscar en un grueso registro, el hombre confirmó la información y le pedí que me condujera hasta ahí. El sepulcro de Margarita llamaba mucho la atención por estar decorado totalmente de camelias blancas, el hombre me confesó que de todos los amantes de margarita ninguno venía a traerle flores excepto un joven llamado Armando Duval quien la lloraba por horas, ¿tiene usted la dirección de Armando? Después de dármela, me confesó que Armando estaba buscando cambiar la ubicación de la tumba de Margarita, trámite que solo puede realizar la familia por lo cual no había regresado aún a París. Me dirigí hacia la residencia de Armando esperando encontrarlo, desafortunadamente Armando se encontraba de viaje y no pude hallarlo, pero le dejé una carta pidiéndole que me escribiera a su regreso.

Capítulo 6

Al día siguiente recibí una carta de Duval en donde me pedía verlo. Armando tenía fiebre, se podía ver en un semblante decaído, me contó que la hermana de Margarita le otorgó el permiso para cambiar la tumba y en dos horas partiría para allá, le sugerí que mejor descansara ya que había sido largo su viaje, pero afirmó que esta gestión era lo único capaz de curarle.

Junto con el comisario de la policía, el conserje del cementerio y dos hombres, se abrió el ataúd de margarita para que armando confirmara que era ella, el rostro de Margarita era terrible de ver y horrible de recordar después de abierto armando se llevó impresionado su pañuelo a la boca, cayo de rodillas y se sumió en una tristeza infinita. Armando le afirmo al comisario que si era el cuerpo de Margarita tras lo cual se cerró el ataúd y lo dispusieron para transportarlo.

Capítulo 7

15 días después estaba Armando convaleciente y nos había ligado una estrecha amistad.

Nos sentamos a charlar al lado de una vidriera << un día como este conocí a Margarita, ya que no tenemos nada mejor que hacer amigo mío, le relatare la historia.>>

Fui con mi amigo Ernesto a la Opera Cómica, ahí estaba Margarita quien saludó desde su palco a mi amigo, entonces le pedí a este que me la presentara. Cuando entre en su palco ella reía a carcajadas, luego de verme entrar le susurró algo en el oído a su compañera y ambas se pusieron a reír, ante esta embarazosa situación ya no quise hablar “perdone al señor Duval, le ha trastornado usted a tal extremo que se ha quedado sin habla” “más bien creo que le ha acompañado aquí el señor porque yo le aburro de sobremanera” “si eso fuera así no habría pedido a Ernesto que me presentara” “acaso no sea esta la forma de retrasar el momento fatal a que está expuesto usted” “si eso es lo que piensa de mí, señorita, no me queda más que pedirle perdón por mi indiscreción y despedirme” no había terminado de cerrar la puerta cuando escuche otra sonora carcajada, durante la obra no dejaba de pensar en Margarita y cuando decidí ir a buscarla a su palco, ella salía acompañada de su amiga y dos caballeros. y los seguí toda la noche hasta que la vi volver a casa sola.

Capítulo 8

Mi deseo de encontrarme con ella de nuevo era grande, en la siguiente obre que visite me encontraba con mi amigo Gastón, además me ocupaba solo de mirar el palco de Margarita, ella le hacía señales a otra mujer que se encontraba en el palco frente a ella. Como yo ya había tenido trato con la amiga de Margarita aproveche cuando esta me volteo a ver para saludar de lejos y así me invito a su palco. Se llamaba Prudencia Duvernoy una antigua mujer entretenida de cuarenta años.

Luego de que esta empezara a hacer señas hacia Margarita aproveché y le dije << ¿a quién hace señas usted? >> <<pues a Margarita Gautier, ¿no la conoce usted?>> <<no, pero me encantaría conocerla>> << eso es algo complicado porque ella es la protegida de un duque muy celoso>> y así me narro Prudencia la historia de cómo se conocieron los dos en Bagnéres.

Después de que el Duque apareció en el teatro para recoger a Margarita, me ofrecí para acompañar a Prudencia hasta su casa y le pregunte a Gastón si nos acompañaba también, este acepto.

En la casa de Prudencia, esta nos invitó a un recorrido por su tienda de sombreros, a la cual acepte entrar porque me sentía cada vez más cerca de Margarita, después de un tiempo se escuchó la voz de Margarita desde la ventana << necesito que venga enseguida en conde de N.… está aquí y me está aburriendo mortalmente >> grito ella << hay unos jóvenes conmigo que desean verla>> contesto Prudencia desde su ventana <<tráigalos sin problema, cualquier cosa antes que el conde>> respondió Margarita.

Al entrar en el piso de Margarita había un hombre junto a la chimenea y ella estaba tocando el piano, pero se detuvo cuando nos vio y nos saludó.

Capítulo 9

Gastón me presento con Margarita, en ese momento le confesé que ya habíamos sido presentados en la Opera Cómica, pero ella pareció no acordarse de mí, me sentí feliz de que ella no pudiera recordar ese momento ridículo.

Nos acompañaba el conde de N... Con quién Margarita estaba siendo más que grosera, yo me sentía mal por el pobre joven porque también parecía enamorado. El conde de N.… decidió marcharse en medio de la total indiferencia de Margarita.

Entonces decidimos cenar y le pedimos a Nanina, la doncella de Margarita que nos preparara la cena. Durante esta reímos, bebimos y comimos mucho. A cada copa de champán sus mejillas se teñían de un rojo febril, y una tos, ligera al comienzo de la cena, se había ido haciendo a la larga lo suficientemente fuerte para obligarla a echar la cabeza sobre el respaldo de la silla y a apretarse el pecho con las manos cada vez que tosía. Ella abrumada por la tos con sangre, se refugió en el cuarto de aseo.

Capítulo 10

Yo no pude evitar seguir a Margarita hasta el cuarto de aseo para saber si se encontraba mejor. Margarita, muy pálida y con la boca entreabierta, intentaba recobrar el aliento. Por momentos su pecho se hinchaba en un hondo suspiro que, una vez exhalado, parecía aliviarla un poco, y le producía durante unos pocos segundos un sentimiento de bienestar.

Esta escena me causo tanto dolor que no pude moverme, ella lo noto y me tomo de las manos, yo le prometí cuidarla y quedarme todos los días a su lado, le confesé que la amaba y ella pareció interesarse en mi amor << ¿Qué pasará con el viejo duque celoso que me cuida?>> preguntó Margarita <<nunca se enterara de lo nuestro>> le respondí abrazándola << si me promete no hacer más que mi voluntad sin decir una palabra, sin hacerme una observación, sin preguntarme nada, tal vez pueda llegar a amarlo>> yo se lo jure y ella liberándose de mis brazos tomo una camelia de color rojo y la puso en mi ojal. Finalmente me pidió que volviera a verla al día siguiente a las once de la noche.

Capítulo 11

Pase todo el día feliz, imaginando nuestro siguiente encuentro, me acicale por tres horas. Cuando llegue a la casa de Margarita faltaba media hora todavía para nuestra cita, así que esperé pacientemente frente a su puerta. Finalmente la vi llegar parecía de mal humor, entramos en su piso y ella preguntó a Nanina si ya había venido a verla la señora Prudencia, como la respuesta fue negativa Margarita pareció enojarse más todavía, yo me apresure a decirle que prefería irme y dejarla descansar, pero ella se negó y me dijo << tome un libro mientras voy a estar en el cuarto de aseo>> perdido en mis pensamientos vi que se abrió la puerta, era la señora Prudencia.

Prudencia me confeso que Margarita había estado preguntando por mi <<me ha preguntado quién era, qué hacía, qué amantes había tenido; en fin, todo lo que puede preguntarse sobre un hombre de su edad. Le he dicho todo lo que sé, añadiendo que es usted un muchacho encantador, y eso es todo>> es una confesión que me puso feliz y alentó mi amor.

Cuando Margarita salió del cuarto de aseo, se alegró de ver a Prudencia y le preguntó si había ido a ver al Duque << el duque me ha dado seis mil francos>> respondió Prudencia dándole los billetes << ¿necesita dinero mi querida prudencia>> << si pudiera adelantarme quinientos >> <<ahorita no tengo cambio, pídamelos mañana>> convenido esto Prudencia se retiró. Al estar Margarita y yo solos cenamos y ella le ordeno a Nanina que no dejara pasar a nadie antes del mediodía.

Capítulo 12

A las cinco de la mañana, cuando el día empezaba a despuntar a través de las cortinas, Margarita me dijo <<Perdona que te eche, pero es preciso. El duque viene todas las mañanas; van a decirle que estoy durmiendo, coge esa llavecita dorada que hay en la chimenea, ve a abrir esa puerta, vuelve a traer la llave aquí y vete. Durante el día recibirás una carta y mis instrucciones, pues ya sabes que tienes que obedecerme ciegamente>> pase el resto del día feliz y luego recibí la carta de Margarita.

«Aquí tiene mis instrucciones: Esta noche en el Vaudeville. Venga durante el tercer entreacto. M. G.»

La espera fue insoportable. Cuando finalmente dieron las siete entre en el teatro y preste mucha atención al palco de Margarita, allí también vi a Prudencia, y un hombre, en quien reconocí al conde de G..., se sentó al fondo. Al verlo, un escalofrío me traspasó el corazón. Sin duda Margarita se dio cuenta de la impresión que me había producido la presencia de aquel hombre en su palco, pues me sonrió de nuevo y, dando la espalda al conde, pareció seguir la obra con mucha atención. En el tercer entreacto se volvió, dijo dos palabras, el conde abandonó el palco, y Margarita me hizo una seña para que fuera a verla.

Era evidente que estaba celoso del conde y ella me beso para decirme que todo estaba bien, me disculpe por la escena de celos que causaba y volví a mi silla antes de que el conde me viera.

No por eso dejé de sentirme menos desdichado el resto de la velada, y al irme me encontraba muy triste, después de haber visto Prudencia, al conde y a Margarita subir a la calesa que los esperaba a la puerta. Sin embargo, un cuarto de hora después ya estaba yo en casa de Prudencia. Ella acababa de entrar.

Capítulo 13

Estaba en la casa de prudencia esperando a que el conde de G.… dejara la casa de Margarita. Prudencia aprovechó el momento para darme un sabio consejo “Es usted un muchacho encantador y lo estimo de todo corazón; pero llevo veinte años viviendo con entretenidas, sé lo que son y lo que valen, y no quisiera ver que se toma en serio el capricho que una chica bonita ha tenido por usted. créame, acepte las cosas en lo que valen y a las mujeres como son, y no conceda a una entretenida el derecho de llamarse su acreedora, de cualquier modo, que sea.”

Después de irse el conde entre al piso de Margarita y la encontré pensativa, me dijo que tenía un proyecto en mente. Me confesó que “sería feliz si pudiera pasar en el campo tres o cuatro meses a solas conmigo; también yo sería feliz en esa soledad compartida por los dos, y no sólo sería feliz, sino que lo necesito para mi salud. No puedo irme de París tanto tiempo sin poner en orden mis asuntos, y los asuntos de una mujer como yo siempre están muy complicados”

Estuve toda la noche en los brazos de Margarita.

A la mañana recibí una carta que contenía estas palabras:

«Querido mío: Estoy algo indispuesta, y el médico me, ordena reposo. Esta noche me acostaré pronto y no lo veré a usted. Pero, en recompensa, lo espero mañana a mediodía. Lo quiero.»

Mi primera palabra fue: «¡Me engaña!»

Para confirmar mis sospechas fui a las once de la noche a la calle de Antin, las luces estaban apagadas y el portero me dijo que no había nadie, no conforme con esa información seguí esperando afuera. Justo como esperaba luego llegó un cupé con el conde de G.… pensé que le dirían lo mismo que a mí, que no había nadie, pero lo dejaron entrar y a las cuatro de la mañana aún seguía esperando que saliera.

Capítulo 14

Al llegar a casa, me puse a llorar como un niño. No hay hombre que no haya sido engañado al menos una vez y que no sepa lo que se sufre.

Quería alejarme de Margarita así que decidí que iría a visitar a mi hermana y a mi padre. Le escribí una carta de despedida que decía lo siguiente:

«Mi querida Margarita:

Espero que su indisposición de ayer no haya sido grave. A las once de la noche estuve a preguntar por usted y me dijeron que no había vuelto. El señor de G.... tuvo más suerte que yo, pues se presentó unos instantes después, y a las cuatro de la mañana aún seguía en su casa. Perdóneme las pocas horas aburridas que le he hecho pasar, y puede estar segura de que no olvidaré jamás los momentos felices que le debo. Desearía ir hoy a saber de usted, pero pienso volver a casa de mi padre. Adiós, mi querida Marguerite; no soy lo suficientemente rico para amarla como yo querría, ni lo suficientemente pobre para amarla como querría usted. Le devuelvo su llave, que nunca me ha servido y que podrá serle útil, si se pone a menudo tan enferma como se puso ayer.»

Ya ve usted, no tuve valor para terminar aquella carta sin añadir una impertinente ironía, que demostraba lo enamorado que aún estaba de ella.

Ella no respondió nada.

Arrepentido de la carta que había enviado, pues fue apresurada y maleducada, empecé a escribir una carta de perdón:

«Alguien que se arrepiente de una carta que escribió ayer, que se irá mañana si usted no lo perdona, desearía saber a qué hora podrá ir a depositar su arrepentimiento a sus pies. ¿Cuándo podrá encontrarla sola? Ya sabe usted que las confesiones deben hacerse sin testigos.»

Margarita tampoco respondió a mi carta suplicando perdón.

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