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La Dama De Las Camelias Resumen por capitulos parte 2



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 Parte 1 


Capítulo 15

Cuando ya tenía mis maletas empacadas, Margarita y Prudencia vinieron a visitarme.

Tan pronto vi a Margarita me arrodillé y le pedí perdón, ella me confeso lo difícil que era tener la vida de una entretenida sin amigos de verdad, sin amantes duraderos, Margarita quien había huido de su casa a los doce años, me pedía comprensión.

mis palabras de respuesta fueron <<olvidemos todo lo demás y no nos acordemos más que de una cosa: que estamos hechos el uno para el otro, que somos jóvenes y que nos queremos>>. Una vez logré que me perdonara le dije que ya no me iría.

Capítulo 16

Desde aquel momento, como no podía cambiar la vida de mi amante, cambié la mía. Así que mi vida, de ordinario tan tranquila, revistió de pronto una apariencia de ruido y de desorden. No vaya usted a creer que, por desinteresado que sea, el amor de una entretenida no te cuesta nada. Nada sale tan caro como los mil caprichos de flores, palcos, cenas y excursiones al campo, que nunca puede uno negar a su amante.

Mi padre me aseguro con una renta de ocho mil francos, pensé que podría ser muy feliz en París, si junto a aquella renta me ponía a labrarme una posición en el foro o en la medicina. Vine, pues, a París, hice derecho, saqué el título de abogado y, como muchos otros jóvenes, me metí el diploma en el bolsillo y me dejé llevar un poco por la vida indolente de París. Mis gastos eran muy modestos, pero luego de conocer a Margarita comencé a gastar más dinero y a tener deudas. Me dedique al juego, cuando no estaba en la calle de Antin estaba en los casinos apostando, podía ganar el dinero necesario para mantener el estilo de vida de Margarita.

Llegó la época en que solía volver con mi padre y con mi hermana, pero no me decidía a irme; de suerte que con frecuencia recibía cartas, en las cuales me rogaban que volviera a su lado. A todos sus ruegos respondía yo como mejor podía, repitiendo siempre que estaba bien y que no necesitaba dinero, dos cosas que creía que consolarían un poco a mi padre por el retraso de mi visita anual.

Un día Margarita quería ir al campo, nos alojamos en un hotel del pueblo Bougival y cuando salimos a dar un paseo, ambos vimos a lo lejos una casa preciosa en alquiler, nos planteamos la idea de vivir juntos ahí. Prudencia tuvo la idea de pedirle al duque que alquilara la casa para Margarita.

Capítulo 17

Al día siguiente Margarita muy feliz me dijo que todo estaba arreglado, el duque había aceptado alquilar la casa y yo me podría quedar en el Point–du–Jour.

Después de unos días el duque escucho el rumor de que Margarita estaba viviendo conmigo, razón por la cual amenazaba con dejarla, y Prudencia trataba de hacerla entrar en razón, lleno de curiosidad no pude evitar escuchar la conversación. << Piense, hija mía, en la posición que pierde y que nunca podrá darle Armando. él la quiere con toda el alma, pero no tiene bastante fortuna para hacer frente a todas las necesidades y un día no le quedará más remedio que abandonarlo cuando ya sea demasiado tarde y el duque no quiera volver a saber de usted. <<No, repuso, no dejaré a Armando, y no me ocultaré para vivir con él. Quizá sea una locura, ¡pero lo amo!, ¿Qué quiere usted? ahora que se ha acostumbrado a amarme sin obstáculos, sufriría demasiado si se viera obligado a abandonarme, aunque no fuera más que una hora al día. Por otra parte, no me queda tanto tiempo que vivir como para convertirme en una desgraciada>>

Entré bruscamente y corrí a arrojarme a los pies de Marguerite, bañando sus manos en las lágrimas que me hacía derramar la alegría de verme amado. << Mi vida es tuya, Margarita, no necesitas a ese hombre. ¿No estoy yo aquí? ¿Cómo podré pagarte la felicidad que me proporcionas?. ¡Nos queremos! ¿Qué nos importa lo demás?>>

Desde ese día no se habló más del duque.

Capítulo 18

Darle detalles acerca de nuestra nueva vida sería cosa difícil. Se componía de una serie de niñerías, encantadoras para nosotros, pero insignificantes para aquellos a quienes yo se las contara. Ya sabe usted lo que es amar a una mujer, ya sabe cómo se acortan los días y con qué amorosa pereza se deja uno llevar al día siguiente.

Un día Prudencia se llevó el cupé mientras no estábamos, al notar que pasaban los días sin que regresara le pregunte a Margarita ¿Por qué se lo había llevado? << Uno de los dos caballos está enfermo y hay que hacer uno arreglos en el coche. Más vale que lo hagan todo mientras estamos aquí, donde no necesitamos el coche, que esperar a que volvamos a París.>> Aunque era una excusa creíble tenía el presentimiento de que algo ocultaba Margarita.

Otro día Prudencia se quejó del frio y rogó a Margarita que le prestase un chal de cachemira.

Así pasó un mes, durante el cual Marguerite estuvo más alegre y más amorosa que nunca. Sin embargo, el coche no volvió, el chal de cachemira no fui devuelto, todo lo cual me intrigaba sin querer, y, como yo sabía en qué cajón guardaba Marguerite las cartas de Prudencia, aproveché un momento en que estaba al fondo del jardín, corrí al cajón e intenté abrirlo, pero fue en vano estaba cerrado con llave.

Entonces mire en los que estaban las joyas y los diamantes. Se abrieron sin resistencia, pero los joyeros habían desaparecido, con lo que contenían por supuesto. Un temor punzante me oprimió el corazón. Iba a exigir a Margarita la verdad sobre aquellas desapariciones, pero ciertamente ella no me lo confesaría. Así que, con la excusa de escribir a mi padre, fui a Paris y busqué a Prudencia.

Prudencia me confeso que Margarita estaba ahogada en deudas, los diamantes, los caballos y la cachemira estaban empeñados para pagar sus deudas. Ella me aconsejo que la trajera de nuevo a Paris para que aceptara al conde de N... algo que yo nunca aceptaría. Le dije a Prudencia que yo le daría todo el dinero necesario.

Capítulo 19

En las tres primeras cartas mi padre se preocupaba por mi silencio y me preguntaba la causa; en la última me daba a entender que le habían informado de mi cambio de vida y me anunciaba su próxima llegada.

En un instante decidí mi vida. Hice un balance de mi fortuna, y dejé en manos de Margarita la renta que procedía de mi fallecida madre. A mí me quedaba cinco mil francos que me pasaba mi padre, obviamente no dije a Margarita lo que había resuelto, convencido cómo estaba de que rechazaría aquella donación.

Un día que fui a Paris hablé con mi notario para hacer este traspaso de dinero. El buen hombre me creyó arruinado y me preguntó por la causa de aquella decisión. Y, como más pronto o más tarde tendría que decirle en favor de quién hacía aquella, donación, preferí contarle en seguida la verdad. No me hizo ninguna de las objeciones que su posición de notario y de amigo le autorizaba a hacerme, y me aseguró que se encargaría de arreglarla todo del mejor modo posible. Naturalmente le recomendé la mayor discreción respecto a mi padre.

Ocho días después en Bougival, había recibido una carta de mi padre en donde me pedía ir a verlo a Provenza, me despedí de Margarita y partí hacia allá.

Capitulo 20

En la charla con mi padre el me confeso su decepción ante mi relación amorosa con una entretenida sus palabras fueron << Que tenga usted una amante, está muy bien; que la pague como un hombre galante debe pagar el amor de una entretenida, no puede estar mejor, pero que olvidé por ella las cosas más sagradas, que permita que el ruido de su vida escandalosa llegue hasta el fondo de mi provincia y arroje la sombra de una mancha sobre el honorable apellido que le he dado eso sí que no puede ser y no será>> yo no quería faltarle al respeto a mi padre así que no respondí nada, el continuo << reconozca que su padre siempre lo ha querido y que sólo quiere su felicidad. ¿Es honroso para usted ir a vivir maritalmente con una chica que ha sido de todo el mundo? >> encolerizado le respondí <<¡Y eso qué importa, padre, si ya no será de nadie más! ¡Qué importa, si esa chica me ama, si se regenera por el amor que siente por mí y por el amor que yo siento por ella! >>

Mi padre sabía lo de la donación que le había hecho a Margarita, entonces me apresure para explicarle que lo había hecho porque << esa mujer que usted calumnia y que quiere que abandone, ha sacrificado todo lo que posee para vivir conmigo. Además, ella no sabe nada de la donación>>

Encolerizado mi padre salió y cerró la puerta violentamente detrás de él.

Capítulo 21

Al regresar a Bougival, abracé a Margarita con fuerza, le conté la escena que había transcurrido con mi padre, le confesé que él se había irritado ante la muestra de amor verdadero. Ante esto Margarita se preocupó por nuestro futuro, pero yo la tranquilice diciéndole que ya pasaría la tormenta.

Margarita me aconsejo que << deja pasar este día y mañana vuelve a París. Tu padre habrá reflexionado por su lado como tú por el tuyo, y quizá se entiendan mejor. No vayas en contra de sus principios, simula hacer algunas concesiones a sus deseos, aparenta que no tienes tanto interés por mí, y él dejará las cosas como están. Ten esperanza>>

Al día siguiente fui a París para buscar a mi padre, pero no pude encontrarlo en ningún lado.

Al regresar encontré a Margarita pensativa, ella me insistió en que volviera al día siguiente a buscar a mi padre, yo no le veía sentido a eso, pero ella insistió diciendo << la insistencia por tu parte le parecerá más viva, y con ello obtendremos antes el perdón>> no pude decirle que no a mi amada.

Mi padre me había dejado una carta que decía «Si vuelve a verme hoy, espéreme hasta las cuatro; si a las cuatro no he regresado, vuelva mañana para cenar conmigo: tengo que hablar con usted.»

Espere hasta la hora acordada, pero él no apareció.

Al regresar le comenté a Margarita todo lo que había pasado y le enseñé la carta. A la vista de esto ella comenzó a llorar hasta tal punto, que llamé a Nanina y, temiendo un ataque de nervios, acostamos a la pobre chica, que seguía llorando sin decir una palabra, aunque me cogía las manos y las besaba a cada instante.

tú estás enferma, no puedo dejarte así. Voy a escribir a mi padre que no me espere. Ella me respondió que mejor fuera para que mi padre no la culpara de impedirme verlo.

Cuando llegue a ver a mi padre este me dijo que había reflexionado, se disculpó por haber exagerado. Ante la buena noticia me puse feliz y quise regresar con Margarita cuanto antes pero mi padre insistía mucho en que me quedara, finalmente le dije que Margarita estaba enferma y le prometí volver al día siguiente.

Capítulo 22

Llegué a Bougival a las once.

Busque a Margarita por todos lados, pero no puede hallarla, Nanina me dijo que ella se había ido a París, se me ocurrió que tal vez estaba preocupada de que la visita a mi padre fuera mentira y hubiera ido a buscarme. Mientras esperaba su posible regreso mi mente pensaba en miles de explicaciones para marcharse tan repentinamente.

A las dos decidí que ya no podía esperar más y que iría a París a buscarla, como ya no había transporte a esa hora fui caminando, además en medio de la lluvia característica de otoño.

Cuando llegue a la calle de Antín ya eran las cinco de la mañana, el portero me dijo que vio subir a Margarita y a la señora Duvernoy a un cupé particular, yo no entendía nada ¿Qué significaba todo esto? En medio de mi desesperación el portero me dijo que habían dejado una carta para mí:

«Armando, cuando lea esta carta, ya seré la amante de otro hombre. Así que todo ha terminado entre nosotros. Vuelva con su padre, vaya a ver a su hermana, y a su lado olvidará muy pronto todo lo que le haya hecho sufrir esa pérdida que llaman Margarita Gautier, a quien quiso usted amar por un instante y que le debe a usted los únicos momentos felices de una vida que ella espera que ya no será larga.» Cuando hube leído la última palabra, creí que iba a volverme loco.

Decidí compartir mi dolor con mi padre que aún se encontraba en la ciudad, cuando le mostré la carta de Margarita no pude dejar de llorar.

Capítulo 23 

Volví a casa con mi padre, un mes después no dejaba de pensar en Margarita, me había importado demasiado para dejar de amarla de una manera tan súbita, se imponía que la amasé o que la odiara, tenía que volver a verla.

Regresé a París, me arregle como lo hacía en los buenos días y me dirigí a los Campos Elíseos para esperar a Margarita, solo paso media hora cuando desde la plaza de la Concordia vi acercarse al cupé de Margarita, me alegro saber que había recuperado sus caballos y la vi en compañía de una mujer a quien no había visto antes, al pasar por su lado le dedique un frio saludo y conozco bien a Margarita para saber que nuestro encuentro la perturbo demasiado, pero esto no era suficiente, ella me había humillado y debía pagar por ello.

Lo primero que hice fue presentarme en la casa de Prudencia, fingí estar de buen humor y le dije que no sentía rencor alguno por Margarita, y que la había visto en compañía de una mujer hermosa, Prudencia se sorprendió de mi declaración y le aseguré que quería cortejar a esta mujer, además me confeso que esta mujer se llamaba Olimpia, cuando interrogué a Prudencia sobre la vida actual de Margarita y ella me hablo que vivía a expensas del conde de N...

Para llevar mi plan acabo acudí a un baile en el que se encontraban Margarita y Olimpia, allí vi a Margarita bailando con el conde de N.… y el parecía muy orgulloso de presumirla, fue entonces cuando saludé a la dueña de la casa, yo sabía que teniendo el suficiente oro podría conquistarla.

Capítulo 24

Le pedí a Olimpia que me dejara quedar en su casa a cambio de trecientos luises, ella sorprendida me pregunto porque quería quedarme << porque la amo>> ella me respondió << No, lo que pasa es que está usted enamorado de Marguerite y quiere vengarse de ella convirtiéndose en mi amante. A una mujer como yo no se la puede engañar, amigo mío. Por desgracia, soy aún demasiado joven y hermosa para aceptar el papel que me propone>> Por supuesto su negativa solo me hizo insistir más, así que ella acabó por aceptar, y a mediodía salí de su casa convertido en su amante, pero abandoné su lecho sin llevarme el recuerdo de las caricias y de las palabras de amor que ella se creyó obligada a prodigarme a cambio de los seis mil francos que le dejaba.

Desde aquel día hice sufrir a Margarita una persecución constante. Olimpia y ella dejaron de verse. Regalé a mi nueva amante un coche y joyas, en fin, hice todas las locuras propias de un hombre enamorado de una mujer como Olimpia. El rumor de mi nueva pasión se extendió inmediatamente.

Unos días después Prudencia vino a mi casa a decirme que dejara de hacer sufrir a Margarita, ella tenía un tono muy serio cuando dijo << si la viera usted, le daría vergüenza su forma de comportarse con ella. Está pálida, tose, y ya no llegará muy lejos, ¿Por qué no va a verla?>> <<nunca, si ella decide venir la recibiré de buena gana>> <<entonces le diré que venga>>

Cuando llego venia vestida de negro. me vio y empezó a llorar desconsoladamente. Me dijo <<Nuestros dos destinos se han separado: no intentemos unirlos de nuevo. Quizá me despreciaría usted, mientras que ahora sólo puede odiarme>> <<No, Margarita. No, lo olvidaré todo y seremos tan felices como nos habíamos prometido serlo>>

Margarita sacudió la cabeza en señal de duda y dijo <<Haga conmigo lo que quiera; tómeme, soy suya>> quitándose el abrigo y el sombrero, los arrojó sobre el canapé y empezó a desabrocharse bruscamente el corpiño de su vestido.

La tomé entre mis brazos, la desnudé sin que hiciera un movimiento y me senté a su lado a intenté hacerla entrar en calor con mis caricias. No me decía una palabra, pero me sonreía.

A la mañana siguiente ella regreso a su casa en la calle de Antín, me di cuenta de que no podía vivir sin ella y fui a verla.

Cuando llegue Nanina me abrió la puerta y me dijo que Margarita estaba con el conde de N... Me sentí engañado y furioso, así que le escribí una carta que decía: «Se ha ido usted tan de prisa esta mañana, que olvidé pagarle. Ahí tiene el precio de su noche.» y tome un billete de quinientos francos.

Margarita no respondió a mi carta.

Arrepentido por lo que había escrito fui a buscarla, pero el portero me dijo que había partido hacia Inglaterra.

Nada me retenía ya en París, ni odio ni amor. Estaba agotado por todas aquellas conmociones. Un amigo mío iba a hacer un viaje a Oriente. Fue en Alejandría, por medio de un agregado de la embajada a quien había visto alguna vez en casa de Margarita, donde me enteré de la enfermedad de la pobre chica. Le escribí entonces la carta cuya contestación conoce usted, y que recibí en Toulon. Salí en seguida, y el resto ya lo sabe usted.

Capítulo 25

Armando, cansado por este extenso relato interrumpido menudo por sus lágrimas, se llevó las dos manos a la frente cerró los ojos, ya fuera para pensar o ya para intentar dormir, después de darme las páginas escritas de puño y letra de Margarita.

Recordará usted, Armando, cómo la llegada de su padre nos sorprendió en Bougival. Al día siguiente, mientras estaba usted en París esperando a su padre, que no volvía, se presentó un hombre en mi casa y me entregó una carta del señor Duval. Aquella carta, que adjunto a ésta, me rogaba en los términos más solemnes que lo alejara a usted al día siguiente con cualquier pretexto y que recibiera a su padre, tenía que hablar conmigo y me recomendaba sobre todo que no le dijera a usted nada de su petición. Ya sabe con qué insistencia le aconsejé a su vuelta que fuera otra ver a París al día siguiente. 

A la llegada del señor Duval estaba siendo grosero conmigo, hasta me amenazo, tuve que recordarle que estaba en mi casa y que no le debía cuentas de mi vida. Al final se calmo y me explico que sufría porque su honor se veía arruinado por mi culpa, me dijo <<tengo una hija, joven, guapa, pura como un ángel. También ella ama y quiere hacer de ese amor el sueño de su vida. Pero la familia de mi yerno no aprueba el matrimonio debido a la forma en cómo vive Armando. En sus manos está el futuro de una niña que no la ha hecho nada y que tiene derecho a contar con el futuro.>>

Yo lloraba silenciosamente, amigo mío, ante todas aquellas reflexiones que yo me había hecho con tanta frecuencia y que, en boca de su padre, adquirían una realidad más seria aún. Pues bien, señor, béseme una vez como besaría a su hija, y le juro que ese beso, el único realmente casto que habré recibido, me hará fuerte contra mi amor, y que antes de ocho días su hijo volverá con usted, quizá desgraciado por algún tiempo, pero curado para siempre. <<Es usted una noble muchacha >> replicó su padre, besándome en la frente.

Capítulo 26

Lo que siguió a aquella noche fatal lo sabe usted tan bien como yo, pero lo que no sabe, lo que no puede sospechar es lo que he sufrido desde nuestra separación. Me enteré de que su padre se lo había llevado consigo, pero me figuraba que no podría vivir mucho tiempo lejos de mí, y, el día en que me encontré con usted en los Campos Elíseos, me emocioné, pero no me sorprendí.

5 de febrero

¡Oh, Armando, venga, venga, sufro horriblemente! ¡Dios mío, voy a morir! Ayer estaba tan triste, que quise pasar fuera de mi casa la noche, que prometía ser tan larga como la del día anterior. El duque vino por la mañana. Me parece que la vista de ese anciano olvidado por la muerte me hace morir más de prisa.

19 de febrero

Ha venido el médico y al ver mi estado de salud me ha recomendado que busque a un cura. Al salir el cura de mi habitación unos instantes después ha vuelto acompañado de un monaguillo que llevaba un crucifijo, y de un sacristán que iba delante tocando la campanilla, para anunciar que Dios venía a casa de la moribunda.

20 de febrero

Todo ha terminado. Margarita ha entrado en agonía esta noche alrededor de las dos. Nunca un mártir ha sufrido semejantes tormentos, a juzgar por los gritos que daba. Dos o tres veces se ha incorporado del todo sobre su lecho, como quisiera agarrar la vida que se remontaba hacia Dios. Dos o tres veces también ha pronunciado el nombre de usted, luego se ha callado y ha vuelto a caer agotada en la cama. Lágrimas silenciosas brotaban de sus ojos, y ha muerto. Me he acercado entonces a ella, la he llamado y, como no respondía, le he cerrado los ojos y la he besado en la frente.

Capítulo 27

<<¿Lo ha leído?>> me dijo Armando cuando terminé la lectura del manuscrito. <<Comprendo lo que ha debido de sufrir usted, amigo mío, si todo lo que he leído es cierto.>> <<Mi padre me lo ha confirmado en una carta.>>

Armando, siempre triste, pero un poco aliviado por el relato de esta historia; se restableció rápidamente; y fuimos juntos a visitar a Prudencia y a Julia Duprat. Prudencia acababa de quebrar. Nos dijo que era Marguerite la causante; que, durante su enfermedad, le había prestado mucho dinero, por el que había firmado pagarés que luego no pudo pagar, pues Marguerite se murió sin devolvérselo y sin haberle dado recibos con los que hubiera podido presentarse como acreedora.

Le quedaba a Armando por cumplir el último deber: ir a reunirse con su padre. Quiso también que lo acompañase.

Llegamos a C..., donde vi que el señor Duval era tal como me lo había imaginado por el retrato que de él me hizo su hijo, alto, digno, afable. Acogió a Armando con lágrimas de felicidad y me estrecho afectuosamente la mano. Pronto me di cuenta de que el sentimiento paternal dominaba en el recaudador sobre todos lo demás. Su hija, llamada Blanche, tenía esa transparencia de los ojos la mirada, esa serenidad de la boca que demuestran que el alma sólo concibe santos pensamientos y los labios sólo dicen palabras piadosas. La casta joven sonreía ante el regreso de su hermano sin saber que lejos de ella una cortesana había sacrificado su felicidad ante la sola invocación de su nombre.

fin

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